Soledad.

Soledad.

Ese abrazo frío a altas horas de la madrugada.

Solo.

Cualquier compañía parece vacía.

El pensamiento de que merecemos todo.

La soledad mañana se irá y quedaré desatendido,

de nuevo,

buscando algo que me haga salir de ahí.

Lo hay pero hay que encontrarlo.

Pero ahora la soledad es mi amiga,

que me abraza cuando no hay nadie,

cuando no hay nada.

Y el abrazo se convierte en cálido

cuando disfrutas de su compañía.


 Esto va para todos los que algún día habéis sentido como la soledad te abraza cuando menos te lo esperas.

Es triste hablar de esto, pero es necesario. Hace poco fue uno de esos días para mí. Quizás no esté triste, pero mi cabeza se empeña en demostrarme una y otra vez que sí, que la gente que me rodea no es real y que pueden estar movidos por otro tipo de sentimientos cuando están a mi lado. Pero sobre todo quiero referirme a ese sentimiento de no poder más con el mundo que nos rodea.

No estoy hablando de suicidio, ni siquiera ese es un tema que quiero tratar.

Pero a veces la vida no nos lo pone fácil y para nosotros es el fin del mundo. Vengo a deciros que no lo es. Habréis escuchado miles de veces que la vida es dura, y que simplemente tienes que pasar por ella lo mejor que puedas. Bueno, no es tan fácil, pero nadie quiere decírtelo para arruinarte el cuento.

Os animo a estudiaros instroptectivamente. No os dejéis hundir. No aguantéis lo que no debeis. Sed vosotros. La vida es más bonita si es así.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Límites.

Vuelta al pasado.